martes, 10 de enero de 2012

GUACAMAYO AZUL (Anodorhynchus glaucous)

EXTINTO?

Ejemplar disecado (Museo Smithsonian)
Otros nombres
Guambá hovíg o guaá-hovi (guaraní), guacamayo celeste, arará, arapachá, o araracá (guaraní), arará celeste, arará azul pequeño.

El género Anodorhynchus está formado por 4 especies, 2 de las cuales están ya extinguidas. De las dos supervivientes, una (el Anodorhynchus leari) se encuentra al borde de la extinción y la otra (el Anodorhynchus hyacinthinus) está gravemente amenazada . La paulatina desaparición de los integrantes de este género, conocido como el de los guacamayos azules entre ornitólogos y aficionados, constituye una experiencia ejemplar para estudiar las causas de la regresión de las poblaciones de aves en su hábitat natural ya que disponemos de una serie de datos lo suficientemente larga, puesto que estas especies fueron descritas y están siendo estudiadas ya desde el S.XVIII.

 De este modo, y teniendo a nuestro alcance el acceso a datos demográficos, económicos y la observación de campo a lo largo de casi 300 años, es posible construir una perspectiva realmente global sobre el impacto de la actividad humana en el medio natural

El Anodorhynchus glaucous
Conocido como guacamayo Azul o violáceo, probablemente se extinguió a principios del S.XX, aunque a lo largo de los últimos 100 años no se ha dejado de especular sobre su existencia. En 1992 el ornitólogo Tony Pittman realizó junto con su colega Joe Cuddy una larga expedición en busca del guacamayo azul en el Norte de Argentina, Paraguay y Sur de Brasil. Los testimonios que pudo entrevistar hablaban del tiempo de sus abuelos, en referencia a los últimos ejemplares observados en libertad. Así mismo, Cuddy pudo constatar la práctica desaparición del hábitat de esta especie, siendo el Parque Nacional de El Palmar, en las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones del Norte de Argentina el último reducto natural en el que podrían sobrevivir algunos ejemplares. Esta hipótesis venía avalada por la posibilidad de que uno de los ejemplares de hembra de Anodorhynchus leari que estaban en el programa brasileño de cría en cautividad no criara por ser, en realidad, una hembra de Anodorhynchus glaucous. Dada la cercanía genética entre ambas especies y su parecido físico no se trataba de algo descabellado y bien merecía la expedición. A pesar de todo, Pittman concluyó dando por extinguido al glaucous, coincidiendo con la opinión del redescubridor del Anodorhynchus leari, el profesor germano-brasileño Helmut Sick. Como aval de esta tesis cabe decir que el Anodorhynchus glaucous no ha podido ser observado vivo desde hace más de 100 años.

De extinta a en “peligro crítico”
Los constantes rumores sobre su existencia han forzado al CITES a descatalogar la especie como extinta e incluirla en la categoría de “en peligro crítico” dentro de su lista roja de 2000. Entiendo que la razón para este cambio de postura no deja de tener una lógica si consideramos lo que ha podido ocurrir con otras especies. La posibilidad, aunque sea remota, de que puedan subsistir algunos ejemplares en pequeños grupos, justifica plenamente la postura del CITES. ¿Cómo podría perseguirse, si no, el comercio de ejemplares de una especie oficialmente extinta?

Descripción                                                                                       Anodorhynchus glaucus (Guacamayo glauco)
Gracias a las pieles disecadas que se conservan en varios zoológicos y museos de historia natural de América y Europa podemos saber que el glaucous era (o sigue siendo) un pájaro de unos 70 cm, de un color azul verdoso y con un característico tono grisáceo sobre la cabeza y un tono algo verdoso sobre la cara.

Hábitat y extinción
Vivía en las enormes extensiones de palmeras yatay alimentándose de sus frutos como lo hace el Leari en las palmeras licuri, más al Norte. Esto es, en Paraguay, Sur de Brasil y Norte de Argentina en la región delimitada por los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay. Esta región fue, durante la segunda mitad del S.XIX, devastada por las guerras y la explotación intensiva del territorio. Como muestra basta decir que durante la guerra de la Triple Alianza que enfrentó a Paraguay con Argentina, Brasil y Uruguay (1864-1870) Murió el 90% de la población masculina de Paraguay. Hoy se hace difícil valorar las consecuencias medioambientales y humanas de semejante desastre demográfico pero no creo que haga falta insistir demasiado para imaginarse la terrible postguerra que vivió aquel país y las perennes consecuencias que de ella se iban a producir sobre el territorio. A finales del S.XIX, la navegabilidad de los citados ríos hizo posible la explotación agrícola y el desarrollo de la región aprovechando las salidas portuarias de Brasil, Uruguay y Argentina. Esto acabó por devastar las amplias regiones de bosque natural y de palmares, que fueron siendo substituidos paulatinamente por cultivos y bosques de pino y eucalipto importados. Esta práctica fue, además, incentivada por los gobiernos que subvencionaban a los propietarios forestales sin tener en cuenta el tipo de bosque que estos mantenían. Los propietarios, habiendo cobrado la subvención, substituían las especies autóctonas por los mentados pinos y eucaliptos, mucho más productivos a efectos de su explotación forestal que las originarias palmeras o la selva virgen. De este modo, podemos constatar como a principios del S.XX ya había desaparecido la práctica totalidad del hábitat del glaucous.

Algunos testimonios
Los testimonios aportados por Pittman son, en este sentido, muy reveladores. Son, en general, los ancianos de tal o cual pueblo que dicen haber visto el ave en los tiempos de su niñez y confirman que ya en aquel tiempo la regresión de las poblaciones era irreversible. Describen ejemplares solitarios, casi nunca parejas, que viven cerca de la población y en algunos casos sólo recuerdan ejemplares domésticos. Así, para encontrar descripciones más alentadoras nos tenemos que remontar a los trabajos del viajero D’Orbigny (Citado por Pittman) quien en el S.XIX dice haber visto un pájaro azul, que no puede ser otro más que el glaucous, que habitaba la región. Ahora bien, si lo que buscamos es un testimonio científico y una descripción detallada de las poblaciones de Anodorhynchus glaucous aún nos tenemos que remontar más atrás en el tiempo, hasta mediados del S.XVIII. Fue entonces cuando el naturalista José Sánchez Labrador, misionero jesuita y autor de los primeros estudios de historia natural de la región, constata haber visto muchísimas de estas aves en la orilla oriental del río Uruguay. Esto es lo que nos hace sospechar una extinción tan temprana y nos da pié a concluir con una necesaria reflexión. Conocemos el Anodorhynchus glaucous gracias al hecho de que fue un ave bastante corriente en la región y a que como la mayoría de los psitácidos es relativamente fácil de domesticar. De hecho, conocemos la especie porque fue domesticada y exportada a zoológicos y particulares de Europa, pero en lo que respecta a su estado natural e igual que ha pasado con el Anodorhynchus leari, todo son referencias antiguas, bruma y misterio. Pero a diferencia del leari, aun no ha sido descubierto su último reducto si es que aun existe.

Referencias generales: The Glaucous Macaw - Does it still exist? Tony PITTMAN. Publicado en Parrot Society Magazine, 1992

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